En la costa murense existe un pedrero que encierra muchas interrogantes e incógnitas, pasando desapercibido ante la imponente belleza de nuestras playas más conocidas. La Riveirina, tal y como la recoge Félix Fierro (p. 14 bis), está situada a medio camino entre Veneiro y Las Llanas. Su acceso es difícil y en algún momento peligroso, y puede realizarse bajando por el acantilado desde el castro de El Campón o cruzando toda la playa de Veneiro; es un lugar frecuentado tan solo por pescadores que acuden a “calar” a los buenos pozos de Rabaduga (también Raboduga) y las Puntas de Veneiro.
En sus paredes se aprecia un corte limpio del mineral, existiendo algún agujero recto y profundo producido por el uso de modernos barrenos, lo cual puede darnos idea de su reciente explotación. También se pueden apreciar en el techo unos pequeños agujeros utilizados para entibar la galería. Una mina de estas características coincidiría con la descrita en los relatos de nuestros mayores, quienes nos indicaban la existencia de una explotación minera en la zona de Veneiro, excavada a mitad del siglo XX. Por ellos sabemos que en dicha mina trabajó temporalmente Tomás “el de Gloria”, o que el mineral lo transportaban a través de la playa, debiendo acarrear lo extraído durante más de quinientos metros de difícil camino entre rocas y arena.
Pero la mina no es la única sorpresa oculta que guarda La Riveirina, puesto que al salir de la mina resultó llamativo descubrir un pequeño agujero de unos diez centímetros de radio en la cúspide de una prominente piedra del acantilado.
Al observar de cerca la roca, se aprecia que no se trata solo de un orificio, puesto que en su parte inferior existe otro semiderruido y con una orientación diferente. Ambos agujeros traspasan completamente la roca de lado a lado. Nuestros conocimientos no nos permiten asegurar si se trata de orificios naturales de la piedra o artificiales. Si nos decantásemos por la segunda opción, automáticamente deberíamos plantearnos: ¿con que finalidad fueron realizados dichos agujeros? Mientras llega el momento de que algún experto analice el lugar y los orificios, tan solo se nos ocurre plantear algunas hipótesis al respecto.
A priori podríamos pensar que los agujeros tienen relación con la explotación minera de mediados del siglo XX, pudiendo servir de amarre o fijación para la subida de material.
Pero esos agujeros también podrían remontarse a una época mucho más antigua y estar vinculados a los pobladores prerromanos del castro de El Campón, situado a escasos metros en lo alto del acantilado. Por su situación la visibilidad es inmejorable: hacia el Oeste divisamos El Rabión (Rebeón) de Lamuño, mientras que hacia el Este podemos ver la Peña La Deva y más al fondo el Cabo Peñas. Además, la topografía del perímetro de la piedra es dominante, al estar elevado del resto a modo de altar. Tal es así, que para llegar a la piedra hay que caminar por un pasillo (natural o artificial) resguardado por la roca.
Por si lo anterior fuera poco, a los pies del agujero existe una mancha negra generada posiblemente por hogueras y que podría estar relacionada con el orificio inferior. Todas estas señales podrían ser indicios, en el entorno de la piedra, de algún tipo de actividad ancestral relacionada con el castro.
Si analizamos la orientación aproximada de los orificios, el orificio inferior, pese a estar derruido por uno de sus lados, está orientado aproximadamente a la salida del sol en el solsticio de verano, que curiosamente coincide con la zona de la Peña La Deva (Diosa celta relacionada con el agua), donde también existe un castro, el denominado “La Punta del Moro”.
El orificio superior va en dirección Este – Oeste con una ligera inclinación que sube hacia el Oeste. Sabemos que en invierno el sol sale y se pone más al Sur de lo que lo realiza en el verano. Por ello, habrá que comprobar si en ese agujero coincide la puesta de sol en algún momento del año (equinoccios, solsticio de invierno, etc).
De lo expuesto hasta aquí puede deducirse que, en esta entrada de nuestro blog, existen más dudas que certezas respecto de un lugar que diríamos es espectacular por su belleza natural, peculiar en cuanto a su topografía y enigmático respecto a los símbolos que percibimos a simple vista, y que quizás pudiera haber sido utilizado por nuestros antepasados como lugar de vigilancia costera, peña sagrada (o ritual) u observatorio solar. Confiamos en que, al hacerlo público y llamar la atención sobre él, algún experto (arqueólogo, historiador, etc.) se interese, lo estudie y pueda aportar más información y avanzar en alguna de las hipótesis que dejamos aquí planteada.
Javier García Alonso - Juan José García González
Bibliografía
Camino Mayor, Jorge, Los castros marítimos en Asturias. RIDEA, Oviedo, 1995.
Fanjul Peraza, Alfonso, Los Astures y el poblamiento castreño en Asturias (Tesis Doctoral), Universidad Autónoma de Madrid, 2014.
González-Fierro, Félix, Muros de Nalón, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1953.
Web Arqueoastur.com (consultada el día 15/07/2023)