El Espíritu Santo se ha convertido en las últimas décadas en uno de los principales recursos turísticos de nuestro concejo. Miles de personas lo visitan a lo largo de todo el año para observar nuestra maravillosa costa, la desembocadura del imponente Nalón, las grandes playas de los Quebrantos y Bayas, o las inmejorables puestas de sol estivales.
Escenas de la película “Volver a empezar” rodadas en el Espíritu Santo en el otoño de 1981.
Sin embargo, esa posición de atalaya privilegiada también le convirtió en otros tiempos lejanos en lugar de vigilancia, bien fuera para ayudar a pescadores en su regreso a puerto o para evitar la entrada de barcos piratas río arriba.
En el siglo XVIII el hostigamiento ejercido por las flotas navales extranjeras y la mejora de las técnicas defensivas hizo que la Armada española plantease un fortalecimiento de las defensas de toda la costa cantábrica. En el caso particular de nuestra ría, se diseñó un ambicioso proyecto de protección redactado por los ingenieros militares Francisco Llobet (1765) y Balthasar Ricaud (1771), en el cual estaba prevista la construcción de una batería de costa en el Espíritu Santo.
En el proyecto se indica que “la Ría de Pravia, muy espaciosa, y de un curso muy dilatado tierra
adentro, es el segundo abrigo que se encuentra al Este de Galicia; es capaz, y
una vez en ella, suficiente a abrigar cualquier género de embarcaciones; pero
estando precedida de una Barra bien peligrosa, y de un fondo de solo unos seis
pies de agua, es preciso para penetrarla esperar la marea y tiempo oportuno”.
A priori podríamos pensar que la batería estaba prevista para evitar la entrada en la ría de los barcos enemigos. Sin embargo, de la lectura del proyecto se desprende que la estrategia era crear un fondeadero en la bocana de la ría para los barcos españoles, hasta que la marea alta les permitiera atravesar La Barra. Durante ese tiempo de espera los barcos extranjeros no se acercarían a los españoles al estar amenazados por la artillería situada en el Espíritu Santo.
El baluarte proyectado en el Espíritu Santo tendría fuertes y altos muros con troneras y foso perimetral de protección. Su superficie ocuparía alrededor de 400 metros cuadrados, quedando en su interior la antigua capilla (no la actual que fue reedificada en un lugar cercano), edificaciones para los artilleros y la vivienda del vigía. Dentro del recinto estaba previsto contar con seis o siete cañones del calibre de 16 a 21 pulgadas. Sabemos que este proyecto no llegó a construirse tal y como fue diseñado, pero sí hay constancia de haber existido una batería defensiva mucho más modesta que la proyectada originalmente.
Fierro (pág. 117) nos relata un hecho que debió de influir en la rápida dotación de cañones para el Espíritu Santo. Comenta cómo el acercamiento en 1797 de un navío, tres fragatas y un bergantín de bandera inglesa a pescadores pixuetos generó desconfianza sobre si su presencia por estas aguas pretendía el cierre de la entrada de la ría, motivo por el que se colocaron en el Espíritu Santo dos cañones de 24 pulgadas traídos de Gijón.
Efectivamente pocos años más tarde figuran esos dos grandes cañones en el informe sobre la defensa de la costa asturiana realizado por el ingeniero militar Tomás Pasqual de Maupoey quien indica sobre San Esteban:
“A la distancia de un cuarto de hora de este pequeño lugar se hallan en la caída de una montaña dos baterías con sus correspondientes explanadas, y artilladas con 4 piezas de a 16 y una de 24, su objeto es la defensa de la barra de la ría de Pravia, y la general de todas, que es la de favorecer a los mercantes. Tiene a más de los 5 cañones referidos uno del calibre 24 colocado en la mayor eminencia del monte, pero sin explanada, ni parapeto con dirección al poniente la mencionada barra a más de ser muy peligrosa queda con solo tres pies de agua en la bajamar, y es así mismo muy poco frecuentada de los mercantes.
Del citado proyecto pueden extraerse además otras conclusiones relevantes acerca del lugar, como que en ese momento (1765) ya existía la capilla con la advocación del Espíritu Santo, siendo también denominado por Francisco Llobet como Canto de la Lamparera. La utilización de canto (con el significado de “extremidad, punta, esquina o remate de algo”) no debe resultar extraña puesto que es conocida por todos la forma con la que pocos años después Jovellanos (1792) denominó al Espíritu Santo como Canto de Pravia por pertenecer aún dicho lugar al concejo de Pravia.
También está documentado el uso del término Asta Bandera en ese mismo lugar, el cual procedería de la necesidad de hacer llegar información a los pescadores utilizando combinaciones de banderas o señales, al igual que sucedía en otros puertos pesqueros asturianos. En el proyecto de 1765 hay referencia expresa al vigía que vivía en el Espíritu Santo.
Precisamente de esa ayuda en la entrada de los barcos mediante fuego o banderas también se hace eco Fierro (páginas 152-153) indicando que en la última época fue una mujer la encargada de hacer las hogueras. El uso del fuego para facilitar la entrada a puerto también podría haberse utilizado en las piedras de la Lamparera/Llamparera y del Lamparón/Llamparón. La etimología de ambas denominaciones procedería de la palabra lámpara, cuyo origen remonta al griego lámpada, con el significado de “antorcha, utensilio para dar luz”.
Pero el Espíritu Santo no sería la única defensa marítima con la que contaría el Bajo Nalón, puesto que sabemos que el Castillo de San Martín (en el vecino concejo de Soto del Barco) fue una fortaleza (Gutiérrez González y Suárez Manjón) utilizada en la defensa del río desde tiempo inmemorial.
De igual forma nos es obligado dejar planteado si el topónimo por el que conocemos a la Punta del Cañón (situada a medio camino entre el Puente de la Portilla y El Forno) también habría sido en un momento histórico lugar defensivo. La utilización de diversos puntos de defensa a lo largo de la ría era habitual en épocas antiguas, tal y como sucede por ejemplo en la entrada del Río Miño, donde llegaron a existir nueve fortalezas, y una de ellas curiosamente denominada “Atalaya do Espíritu Santo”.
Javier
García Alonso - Juan José García González
Bibliografía:
Cartañà Marquès, Elisenda, “Descripción y reconocimiento de la costa de Asturias en 1806. Un informe del ingeniero militar Thomas Pasqual de Maupoey”. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, vol. VIII, 477, 2003.
DRAE: Diccionario de la lengua española, Real Academia Española, actualización de 2022. (https://dle.rae.es/diccionario)
González-Fierro, Félix, Muros de Nalón, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1953.
Grande Roca, A., “Proyecto de batería en el Espíritu Santo”, La Ilustración Asturiana, segunda época, nº 1, pág. 4.
Gutierrez
González, José Avelino y Suárez Manjón, Patricia, “Fortificación y defensa del
litoral asturiano. Una perspectiva arqueológica”, Actas del I Symposium Internacional “Gentes del Mar. Historia y
Arqueología en el litoral del Arco Atlántico”, Alonso Rodríguez, N.; Álvarez Martínez, V y
Jiménez Chaparro, J. I. (Coors.), Pola de Siero, 2012.