sábado, 26 de agosto de 2023

EL CASTIELLU Y LA LEYENDA DE SU XANA

El Castiellu es uno de esos lugares de nuestro municipio que no necesita presentación, con esa presencia impactante de roca enorme que separa las playas de Aguilar y Veneiro y limita a esta por el Oeste y a aquella por el Este.


Playa de Aguilar y al fondo El Castiellu, el pasado 18 de agosto de 2023 a las 19:00

Félix Fierro (pág. 22) la describe, en la fecha de su libro -1953- “en su mayor parte revestida ya de vegetación y puede ascenderse por ella cómodamente, hasta ver en lo alto las ruinas de una edificación, que, sin duda, fue la que le dio nombre”. Difícil nos parece, sin realizar una excavación arqueológica exhaustiva de la zona, concretar el carácter y la datación de estas ruinas, si alguna se conserva todavía hoy.

Como dijimos ya en otra entrada anterior de este blog, Toponimia en los alrededores de “El Campón”, de 11 de febrero de 2023, El Castiellu conforma, junto con el castro de El Campón y otros lugares cercanos a ellos, un área arqueológica digna de estudio. La propia etimología de El Castiellu lo confirma. Según recoge García Arias (pág. 552-553) “sobre CASTRUM se había formado también en latín un derivado CASTELLUM, término que, además de aludir en ocasiones a algunos aspectos oronímicos, como lugares escarpados o de difícil acceso y sin indicio alguno de habitabilidad, en otras se refiere a construcciones defensivas”. No puede negarse que la primera de las acepciones conviene a nuestro promontorio, pero también, sin duda, la segunda, y con mayor motivo por el contexto en que se localiza. Interesante a efectos de probar su antigüedad es el hecho de que nuestro topónimo conserva la forma asturiana, El Castiellu, con el diptongo –ie- y la –u final, dado que una forma castellana El Castillo, si bien podría ser fruto de un influjo castellanizante, también podría ser prueba de creación más tardía.

                    

Existe, además, nos parece, un elemento que confirma la importancia arqueológica de este lugar y es la existencia de una leyenda vinculada a él, cuya protagonista es uno de los seres más queridos de la mitología asturiana, la xana. Además, aparecen en el transcurso de la leyenda diversos elementos que se repiten en las múltiples leyendas vinculadas a castros (tesoros escondidos, tijeras u objetos de oro o plata, fuentes, etc).

Efectivamente, como la mayoría de nuestros lectores conocen, tenemos la suerte de contar entre nuestras tradiciones con la leyenda de la xana del El Castiellu. Ha llegado a nosotros por transmisión oral, primero, y recogida por escrito, después, por el eminente folclorista asturiano Aurelio de Llano en su obra de 1922 Del Folklore Asturiano. Para que todos puedan conocer la leyenda tal cual la recoge este autor, la reproducimos literalmente a continuación. La titula “La Xania del Castiellu de Aguilar”. Respetamos la forma Xania, tal como aparece siempre en el texto citado; solo en este caso, en el que se recoge la leyenda de Muros, aparece tal forma con –i-. En los otros 12 testimonios de leyendas de xanas recogidas en el libro aparece siempre la forma habitual, xana. Según el propio Del Llano (pág. 28) xania es la voz con que se denomina a este personaje mitológico en los concejos de Muros y Cudillero. Transcribimos el texto:

“En la cueva del monte Castiellu que está junto a la playa de Aguilar en Muros de Pravia, vive una Xania encantada. La encantaron sus padres porque cometió una falta muy grave.

Y no podía salir de su encantamiento mientras no se presentara un caballero valiente que la bajara en sus brazos desde la cueva a la playa, sin detenerse en el camino y sin dejarla caer al suelo.

El hombre que hubiera hecho esto se haría dueño de muchas riquezas, porque la Xania le regalaría el tesoro que guarda en la cueva envuelto en un pellejo de buey pinto. Dice una copla:

En Castiellu de Aguilar,

donde trigo se mayaba,

hay un pellejo güey pinto

lleno de plata labrada.

La Xania jugaba en la playa a los bolos con bolero de oro. Devanaba ovillos con el hilo que salía por el ojo de la fuente que está cerca de la cueva, y tendía su pequeña colada en la falda del monte.

Una mañana, fue una mujer de Muros a segar hierba al prado del Castiellu y sorprendió a la Xania cosiendo. En cuanto ésta vio a la mujer, se metió corriendo en la cueva y dejó las tijeras olvidadas en el sitio donde cosía.


Después que marchó la mujer, la Xania salió a recogerlas y como no estaban donde las había dejado comenzó a cantar:

-Quien mis tijerinas de oro llevó

cocido y asado le vea yo.

Las tijeras las había llevado la mujer y por esta mala acción, le murió algún ganado y cayeron calamidades sobre su familia.

La Xania esperaba un año, otro y otro, y no llegaba un hombre que se atreviera a desencantarla.

Un día que estaba guarneciendo el dengue a la puerta de la cueva, pasó por allí un caballero, el cual le preguntó quién era y por qué estaba allí.

La Xania contóle su historia y le dijo lo que había que hacer para desencantarla.

El caballero se ofreció a sacarla de aquella situación, la cogió en sus brazos y echó a andar con ella en dirección a la playa. Y según se iba alejando de la cueva, la Xania iba desencantándose, y a medida que se desencantaba, crecía y aumentaba de peso.

El caballero corría, corría, viendo el milagro del desencantamiento, pero cuando iba llegando a la playa, oscurecióse el cielo, alborotándose las olas, y estalló una tempestad muy grande.

Con los relámpagos, los truenos y el peso de la Xania, que cada vez era mayor, el caballero se asustó y la dejó caer al suelo. Y como ella le había dicho que si la dejaba caer quedaba encantada para siempre, se volvió llorando a su cueva.

Y desde entonces acá, los vecinos de Muros de Pravia no han vuelto a ver jugar a los bolos en la playa a la Xania del Castiellu de Aguilar.”

Nuestra xana/xania reúne muchas de las características de este ser mitológico tal como lo define Del Llano. Según él son una especie de ninfas pequeñitas, de extraordinaria belleza, con el cabello muy largo, que visten el traje típico del país y son cristianas. Habitan en las cuevas y en las fuentes y algunas están encantadas. Poseen grandes riquezas y abundantes objetos de oro. Son dadivosas con quienes les prestan un servicio o las sacan de su encantamiento.

Hay diversas teorías sobre el origen remoto de las xanas. Unos las conectan con las ninfas de la mitología grecorromana y otros con las tradiciones celtas o de las ondinas de Germania. Del Llano dice (pág. 30) que “la Xana astur se confunde con las hadas de Sicilia, Irlanda, Bretaña, Francia y Escocia” y propone que su etimología remonta al nombre de la diosa romana Diana, la diosa de la caza y protectora de la naturaleza.



En el contexto de narración legendaria de esta historia hay un pasaje que alude a un hecho real y que no querríamos dejar de mencionar. Se dice que “una mañana, fue una mujer de Muros a segar hierba al prado del Castiellu”. Hace algunos años, una mujer, vecina de Villar, nos contaba que allá por los años 50 del siglo pasado, siendo adolescente, acudía con su madre a segar hierba a una parcela de la que eran propietarias situada en lo más alto de El Castiellu en su vertiente hacia Veneiro. Allí subían “agatando” por un pequeño sendero, un ramal del sendero que conduce hasta la punta del acantilado. Y después de segar teniendo el máximo cuidado de no despeñarse, llenaban sendos sacos con la hierba y emprendían el regreso arrastrándose sentadas por el sendero y con el saco de hierba a sus espaldas. El día que podían contar con la ayuda de la burrina, que dejaban atada a los pies del monte, a la altura del bar actual, cargaban en ella los sacos de hierba; si la burrina estaba ocupada en otras labores, madre e hija, cada una con su saco a hombros, subían por El Toral caminando hasta llegar a casa. ¡Así de valiosa era, en tiempos difíciles, hasta la última brizna de hierba! Nos contaron también que unos años antes, en la década de los 40, otro vecino de Villar quiso acercar su caballo provisto con sus parihuelas sendero arriba para facilitar el transporte de la hierba que había segado. A causa de la estrechez del sendero el caballo perdió pie, cayó sobre las rocas de la playa de Aguilar y allí perdió la vida.

Por cierto, y ya para terminar esta larga entrada de hoy, nos gustaría recordaros que están próximas las mareas cercanas al día de San Agustín; como sabéis, son unas de las más vivas del año y, con un poco de suerte, cabe la posibilidad de bordear toda la base de El Castiellu pasando a pie desde Aguilar a Veneiro, lo que es una experiencia muy atractiva.


 Juan José García González – Javier García Alonso


Bibliografía

García Arias, XoséLluis, Toponimia asturiana. El porqué de los nombres de nuestros pueblos, Editorial Prensa Asturiana, S. A., Oviedo, 2005.

González-Fierro, Félix, Muros de Nalón, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1953.

De Llano Roza de Ampudia, Aurelio, Del folklore asturiano: mitos, supersticiones, costumbres, Talleres de Voluntad, Madrid, 1922.





 

sábado, 12 de agosto de 2023

LA COSTA DE LAS LLANAS Y CHALANOS: HOY Y HACE MÁS DE CIEN AÑOS

Recientemente nuestro vecino José Carlos Miranda Costales ha compartido diversas imágenes tomadas por la cámara de Francisco Martín Pino, el que fuera boticario de Muros entre los siglos XIX y XX y gran aficionado a la fotografía. Este material constituye una muy interesante fuente de información para ver y analizar cómo era nuestro concejo hace más de un siglo. Centrándonos hoy en dos de esas fotografías analizaremos un trozo de nuestra costa.


La primera de las fotografías fue tomada desde la Playa de Las Llanas, orientando la cámara hacia el Norte, hacia la Playa de Los Chalanos. La toma está realizada a media marea por lo que aparecen descubiertas algunas rocas, como sucede con Las Baixas (al fondo de la imagen), piedras hermanas y paralelas de unos 50 metros de longitud y cuyo nombre procede de la escasa altura que tienen, quedando cubiertas en cualquier pleamar.



Las Baixas quedan separadas de tierra por el 
Campo de Las Llanas, superficie de cerca de una hectárea formada por grietas y “carreiros” (carreru: (DALLA) Pasu [ente baxos, ente peñes per onde pue pasar una barca, una llancha]). Se aprecia también en el centro de la fotografía El Finso, tal y como se nombra en Muros y que podría coger su nombre por la similitud que tiene en su forma, alargada y estrecha, con los “finsos”, los mojones utilizados para deslindar fincas. Con la mar baja se puede acceder a dicha peña para pescar en su punta, existiendo en su entrada un buen pozo para bañarse.



En esa fotografía antigua y delante de las citadas piedras encontramos el famoso Pozo del Carbón, así llamado por los restos de mineral que aparecían en la zona, y en el que era habitual el baño. En el primer término de la imagen se pueden apreciar las múltiples piedras de tamaño medio que forman una superficie discontinua sobre la que caminar, y que podrían ser la razón del nombre de la Playa de Las Llanas (del latín PLANAS, “llanas”).

A la derecha de la imagen el acantilado nos tapa Los Peñones, también conocidos como Cagariteiros por ser parada habitual de nuestras aves, y donde no era extraño ver a los pescadores de caña quedar encerrados durante la pleamar, aunque sabían que con la altura de esas peñas no peligraba su vida.

La segunda de las fotografías está sacada a medio camino entre Las Llanas y Los Chalanos. Al fondo de la imagen se aprecia el característico acantilado del Espíritu Santo. También se distingue el acantilado de El Ordial, ambos sin rastro de árboles, siendo ésta una de las grandes diferencias con nuestra época, debido al abandono de las tareas agrícolas y ganaderas.



Resulta muy relevante la zona derecha de la fotografía, donde se aprecia el acantilado más cercano, que nos oculta El Llombo`l burro, característica peña que, a modo de montura, nos permite pescar sobre el pozo de La Piedriquina, pequeña piedra que tan solo descubre a bajamar, situada unos metros más adelante. Vemos por tanto cómo en este siglo el acantilado ha sido erosionado por el mar permitiendo en la fotografía actual ver El Llombo´l burro. Este retroceso es lento pero constante, produciéndose por la disgregación del acantilado. Al contrario, la dureza de algunas de las rocas que hay en su interior evitan su desgaste y arrastre, tal y como se aprecia en la piedra de la esquina inferior derecha, que sigue estando en el mismo lugar de la playa un siglo después, aunque apreciamos que ahora girada sobre sí, a tenor de la veta blanca que tiene.
No se logra apreciar en la fotografía el Pozo del Zurdo, pequeño charco situado en el límite con Los Chalanos, ni tampoco las peñas de Aguadul y Anguilera, ricos caladeros a los que cruzaban nuestros pescadores en el pasado. Nos gustaría dejar reflejado que algunos vecinos de Muros denominaban a la playa de Chalanos también como Aguadul, debido posiblemente al reguero de agua dulce que en ella desemboca.



Finalizamos así un breve viaje por un tramo de nuestra hermosa costa, analizando las semejanzas y diferencias entre fotografías que distan más de un siglo.


 Javier García Alonso - Juan José García González

 

Bibliografía

Diccionariu de la llingua asturiana. Consultao n’ https://www.diccionariu.alladixital.org/

Miranda Costales, José Carlos, Francisco Martín Pino. Fotógrafo y boticario. Junio 2023. Publicado en https://www.facebook.com/josecarlos.mirandacostales?locale=es_ES

EL JARDÍN Y LA CAPILLA DE SANTA EULALIA DE MÉRIDA

En la entrada anterior de nuestro blog (27 de abril de 2024) recorríamos en el tiempo el proceso que hizo del Campo del Palacio un espacio p...