sábado, 27 de enero de 2024

LOS MANGOS DEL MENGUANTE DE ENERO

En xineru cortarás el to maderu

(Refrán popular)

 

La luna siempre ha tenido influencia en algunas labores y actividades de nuestro concejo, principalmente porque de ella dependían las mareas que marcaban la hora de bajar a los pedreros, ir a la angula o a segar el mullido en los terrenos bañados en pleamar. De igual forma nuestros antepasados también incluyeron dentro de la cultura tradicional asturiana usos y costumbres relacionados con la luna, como la poda de los árboles, la plantación de semillas, la recogida de cosechas, etc. De entre todas ellas queremos rescatar una actividad prácticamente desaparecida hoy en día que es “ir a mangos” en el menguante de enero para utilizarlos posteriormente en los aperos y herramientas de la casería.

 Al igual que en otras actividades, la madera utilizada era la materia prima disponible en el entorno más cercano. Los mangos de avellano siempre fueron muy valorados por su ligereza, pero en nuestro concejo quizás el castaño haya sido la madera más utilizada en la realización de mangos, debido a su polivalencia y dureza. Además, nuestro concejo siempre fue un terreno en el que abundaba el cultivo de castaños tal y como quedó inmortalizado en nuestra toponimia: El Castañeo en Villar, Castañeda en El Toral o la Fuente del Castañeo son algunos ejemplos de ello.

La corta de la madera solía realizarse en torno al menguante de enero, si bien el menguante de febrero también sería adecuado, máxime en años como éste que cae a comienzos de mes. La explicación que daba la sabiduría popular era que en el menguante la savia estaba baja, dando mayor durabilidad y protección a la madera. Este mismo argumento también se utilizaba para la tala de grandes castaños para su uso en carpintería. De ahí podría haber surgido el refrán: “En xineru tronzón, en xunetu llorón”, reflejándonos la escasez de savia en el mes de enero frente a la primavera y el verano. Desconocemos científicamente la influencia de la luna en la madera y su secado, queriendo tan solo recoger y documentar las costumbres de nuestro concejo.

Las varas solían extraerse de una mata de castaños de 2 ó 3 años escogiendo la vara que mejor se adaptara a la herramienta en función de su grosor, curvatura o tamaño. Por ejemplo, para su uso en palas solían buscarse varas con una pequeña curvatura, mientras que para el montaje en un picachón tendrían que ser fuertes y rectas, etc. Ese know-how (“saber hacer” que ahora denominan las escuelas de negocios) se traspasaba de generación en generación gracias a la experiencia obtenida por la práctica continuada año tras año.

La abundancia de madera y la falta de oportunidades de trabajo fue determinante a la hora de que en diversas zonas de Asturias se desarrollaran familias o gremios de mangueiros que se ganaban la vida comercializando en ferias y mercados su producción. No fue este el caso de nuestro concejo, donde no hubo dedicación profesional a la producción de mangos, siendo los propios ganaderos o agricultores quienes realizaban esta labor para sí mismos.



Amagostando la vara para pelarla y darle forma

La segunda fase del trabajo se realizaba a la vuelta del monte encendiendo un fuego que tuviera la llama fuerte para amagostar (tostar) las varas. Al calentar la corteza húmeda se facilita su pelado, operación realizada con un raseiro (cuchilla fuerte con dos maniyas a los lados por donde se coge). Además, con la alta temperatura las fibras de la madera se vuelven más dúctiles, por lo que haciendo presión o palanca puede curvarse o enderecharse la vara según las necesidades de la herramienta. Esta flexibilidad de la madera verde también se recoge en nuestro refranero: “Bilortu de xineru retuerce y ta quedu”, refrán que se refiere a la corta de trepadoras en enero para utilizarlas en verde para atar o enriestrar gracias a su ductilidad, manteniendo tras el secado la forma dada en el atado.

Una vez pelados y amagostados, los mangos podían almacenarse para que acabaran de secar y ser montados posteriormente en la herramienta en cualquier momento del año.

La tercera y última fase era colocar los mangos en su herramienta, tarea que la mayoría de los aldeanos sabían realizar, aunque no tuvieran conocimientos avanzados de carpintería. El montaje solía comenzar cortando el largo de la pieza para posteriormente comenzar a rebajarlo en la parte inferior hasta encajarlo en la boca de la herramienta. En función de lo que hubiera que rebajar podían utilizarse diversas herramientas: hacho, raseirubastrén, etc.

 


Dando forma al mango con el raseiru para adaptarlo a la herramienta.

En la fase final del montaje era habitual afinar los nudos de la madera con la escofina, así como pulir finalmente todo el mango con un trozo de cristal para no estropear las manos.

Si alguno está interesado en conocer todo el proceso de fabricación y montaje del mango, podéis ver el siguiente vídeo en el que Pepe Cano nos enseña la forma de realizarlo.



Javier García Alonso - Juan José García González

 

Bibliografía

Viejo Fernández, Xulio, Paremias populares asturianas (estudio, clasificación y glosa). Madrid: Centro Virtual Cervantes (Instituto Cervantes), Biblioteca fraseológica y paremiológica, serie «Monografías», n.º 4, 2012.

sábado, 13 de enero de 2024

LAS FARMACIAS DE MUROS Y SAN ESTEBAN (I): 1887 - 1927.

En el año de 1887, concretamente el día 9 de julio, Cesáreo Gómez Somolinos, licenciado en Farmacia, natural de Madrid, de 30 años, presenta ante el Ayuntamiento de Muros solicitud para la apertura de una farmacia en La Plaza. Es la primera de que tenemos constancia en la localidad. Como era preceptivo, la Subdelegación de Farmacia del partido nombró una comisión que debía cursar una visita al local y supervisar los productos e instrumental de farmacia que en él se guardaban y que debían figurar en un catálogo pormenorizado adjunto a la solicitud de apertura. La comisión levantó acta de la visita celebrada el 25 de julio de 1887 y dio su autorización para que pudiera abrirse la farmacia.

Este primer farmacéutico de Muros estuvo muy poco tiempo al frente de su establecimiento, pues el 29 de abril de 1890 Manuel Iglesias Portal, residente en la villa de Muros, solicita abrir “al despacho público” la farmacia adquirida a Cesáreo Gómez. De nuevo se produce la preceptiva revisión del local y de su contenido el 7 de julio de 1890 y se concede el permiso para que la farmacia reabra tras un tiempo cerrada por el fallecimiento de su anterior titular. Se conserva en el Archivo Municipal de Muros el plano del local, que se corresponde sin duda con el bajo izquierda del edificio que hoy ocupan los apartamentos turísticos “La Colonia de Muros”.


Como decíamos en una entrada anterior de nuestro blog (9/dic/2023), este es el mismo local que ocupaba la farmacia que fue de Francisco Martín Pino, el también artista de la fotografía. Sugeríamos entonces que Martín tenía que haber llegado a Muros entre 1893 y 1897; hoy creemos poder concretar algo más las fechas y afirmar que esa llegada a Muros y el consiguiente traspaso de la farmacia debieron producirse, muy probablemente, en el año de 1896, pues en un acta de la Junta municipal de Sanidad de 26 de junio de ese año, Junta de la que debía formar parte un farmacéutico -el del municipio, si lo había- aparece por primera vez la firma de Francisco Martín como miembro vocal de la misma. Para el bienio 1897-1899 y para los siguientes el mismo Martín es nombrado vocal de la mencionada Junta por el Negociado de Sanidad del Gobierno Civil de la Provincia de Oviedo.

Su farmacia continuó en ese mismo lugar hasta principios del año 1907. Sabemos que el 26 de diciembre de 1906 dirige una instancia al Alcalde Presidente del Ayuntamiento de Muros. En ella, como “vecino de esta localidad” expone “que, deseando colocar la oficina de farmacia que tiene establecida en esta localidad en las condiciones que marca la Real orden de primero de octubre último, solicita se gire por el Subdelegado de Farmacia del partido la visita correspondiente según disponen las ordenanzas vigentes de Farmacia”. Parece que el local de que disponía hasta entonces no cumplía con las nuevas ordenanzas y por eso traslada su botica. Contamos con el plano del nuevo local, pero ni en él ni en la documentación de la solicitud de cambio de ubicación se aportan datos suficientes para conocer en qué lugar de La Plaza se encontraba.


Como sabemos, Francisco Martín falleció el 14 de junio de 1921. Parece que se hicieron cargo de la farmacia su viuda y sus hijos con la ayuda de algún farmacéutico regente. Suponemos esto porque el 26 de febrero de 1926 Cristina de Lago, su viuda, que residía todavía en ese momento en Muros, comunica al Ayuntamiento que desde esa fecha pasa a regentar la farmacia el farmacéutico Dionisio Samaniego Arias, natural de Madrigal de las Altas Torres y vecino de Valladolid, en sustitución del anterior regente, Eduardo Quiroga. Posteriormente hubo todavía otro regente, Manuel Gutiérrez Arana, también farmacéutico, que comunicó el cese de sus funciones como tal desde el 1 de septiembre de 1927.

La Comisión municipal permanente del Ayuntamiento de Muros, en sesión de 16 de septiembre de 1927, considerando “el abandono en que se hallaba la (farmacia) titular (…) por no residir en esta villa ni en el término el regente (y) por haberse ausentado de este concejo desde hace año y medio aproximadamente la Sra. viuda e hijos de Martín Pino, propietario de la misma” acordó “ser ilegal el funcionamiento de dicha farmacia (…) y declarar vacante la plaza de farmacéutico titular”. La viuda de Martín presentó un escrito para intentar que el Ayuntamiento paralizase tal decisión, pero la legislación vigente no la amparaba y la farmacia fue finalmente cerrada.

La primera farmacia de San Esteban parece haber sido la que abrió José Garrido Sánchez, natural de Valencia de Don Juan (León), tras haber solicitado su apertura el 26 de abril de 1912, pero no contamos con más información sobre ella.

El 30 de enero de 1926 Gonzalo Duque Escalante, farmacéutico natural de Nava del Rey (Valladolid), expone: “Que deseando abrir al servicio público la oficina de Farmacia de su propiedad establecida en San Esteban de Pravia de este concejo (…) suplica (…) se proceda a la visita reglamentaria de apertura”. Se conserva el plano del establecimiento, aunque sin más información sobre su emplazamiento exacto:


Apenas un año más tarde, a primeros de 1927, Cristóbal Salas Mur, natural de Antillón (Huesca), soltero, de 26 años y recién licenciado –su título de la Facultad de Farmacia de la Universidad Central de Madrid es de septiembre de 1926- expone ante el Ayuntamiento que ha adquirido por compra a Agustín Bravo, farmacéutico de Cudillero, la oficina de farmacia que existía en la casa propiedad de Abelardo del Cueto en San Esteban, y que desea ponerse al frente de la misma.

Y muy pocos meses después, el 1 de septiembre de 1927, se dirige al Alcalde Presidente de Muros José de Elías y Martín, casado, farmacéutico, vecino de Cantalapiedra (Salamanca), “accidentalmente en este concejo” para comunicarle que “habiendo adquirido por compraventa la Farmacia que, en San Esteban, de este término municipal, tenía establecida mi compañero Don Cristóbal Salas Mur” se propone ejercer su profesión al frente del citado establecimiento desde la referida fecha.

(Continuaremos en una próxima entrada)

 

Juan José García González – Javier García Alonso


Bibliografía

Fondos del Archivo Municipal del Ayuntamiento de Muros de Nalón.

Bellmunt, Octavio y Canella, Fermín, Asturias (Edición facsímil), Silverio Cañada, Gijón, 1980-87.



EL JARDÍN Y LA CAPILLA DE SANTA EULALIA DE MÉRIDA

En la entrada anterior de nuestro blog (27 de abril de 2024) recorríamos en el tiempo el proceso que hizo del Campo del Palacio un espacio p...