Algunas casas de nuestro municipio tienen nombres propios que las identifican por alguna singularidad de su historia. Hablaremos hoy de dos de ellas de sobra conocidas por todos dada su céntrica ubicación, aunque quizá sus nombres empiecen a caer, para muchos, en el olvido. Se trata de la Casa de las Pilotinas y de la Casa de la Platería.
La Casa de las Pilotinas fue construida en el siglo XVIII por encargo, según sugiere Félix Fierro (pág. 46), de Juan del Riego, que fue presbítero y canónigo de la Catedral de Oviedo. Un hermano suyo, Andrés del Riego, que vivió también en ella, la dejó en herencia a sus hijas; era pilotín de mar, cuya tarea era servir en los buques como ayudante de piloto. Y sus hijas eran conocidas como “las Pilotinas”, de ahí el nombre de la casa.
El principal argumento que lleva a Fierro a suponer que el presbítero Juan del Riego fue el comitente de la casa son las interesantes, por lo inhabitual, inscripciones de carácter religioso que se conservan en la casa, grabadas en los dinteles de las puertas y ventanas de su fachada principal. Sobre la puerta de entrada de la vivienda, la de la derecha de la casa, la inscripción dice, en latín, I(esus) H(omo) S(alvator) MARIA IOSEPH, “Jesús Hombre Salvador, María y José”, una invocación, pues, a la sagrada familia.
La otra vivienda, diríamos, casi gemela a esta, es la Casa de la Platería, cuyo nombre le viene de la orfebrería que, durante muchos años del siglo XX, ocupó la habitación derecha de la planta baja de la casa. Esta estuvo habitada de forma continuada por los hermanos Palacios Iglesias: Asunción, Gloria, Berta, Maruja y Manuel. Este, conocido habitualmente como Manolito el platero o Manolito el de la Platería, siguió los pasos en el oficio de la orfebrería de su padre y tenía su taller y tienda en la misma casa en la que vivía.
Participó en diversos certámenes de orfebrería en los que obtuvo varios premios y su habilidad como orfebre le facilitaba el recibir encargos de joyas tanto de los murenses como de residentes en concejos cercanos o de forasteros. Como tenía cualidades para el dibujo, diseñaba él mismo muchas de las joyas que elaboraba.
Pero Manuel Palacios, que nació en Muros el 19 de noviembre de 1909 y falleció en Oviedo el 12 de noviembre de 1970, fue también un muy interesante pintor y dibujante, aunque él mismo se calificaba de “pintor aficionado”, como reza en el título de algunas de sus exposiciones de pintura. Cuenta Armando Grande (2003, pág. 376) que desde muy niño muestra aptitudes para la pintura y que en sus primeros años recibió las enseñanzas de Tomás García Sampedro, que lo anima a perseverar en el cultivo de esta arte. Asistió a diversas Exposiciones de Bellas Artes y otros certámenes artísticos, en los que obtuvo premios y reconocimientos. A. Grande (2009, pág. 20-21) informa de que, en Oviedo, en una exposición de Educación y Descanso del año 1941, le es concedido el Diploma de Mérito de 2ª clase por sus pinturas expuestas y de que, con este motivo, la crítica de aquellos tiempos dice sobre sus trabajos: “Su pintura llega bien a todos, a todos gusta; no tiene misterio ni se tuerce en dificultades; domina bien la luz filtrada que deja trasparentar y que tiene lejanías perfectamente claras”.
“Vista de la desembocadura del Nalón. Obra de M. Palacios fechada en 1951”
En la Exposición de Bellas Artes y Salón de Otoño de marzo de 1965 obtuvo una tercera medalla en Pintura con un óleo titulado “Paisaje asturiano”. Manolito gustaba de pintar al natural y era fácil encontrárselo, en los rincones del concejo que le atraían por su belleza, pintando con su caballete, su paleta y sus tubos de pintura, muchas veces en compañía de su buen amigo, el también pintor José Sotero. En los últimos cien años, a ellos dos, a Manuel Vázquez-Prada, a Luis Fierro y más recientemente a otros como Serafín Baldeón o Mariam Martínez Caro, debemos estarles agradecidos por ser testigos, con sus pinturas y dibujos, de la belleza de tantos lugares de nuestro concejo.
Pero La Platería de Muros fue mucho más que una joyería o tienda de regalos, fue también un centro de reunión y de tertulia durante varias décadas. Allí se encontraban y charlaban, de la mano de la familia anfitriona, otros murenses pero, sobre todo, muchos “veraneantes” de paso por Muros.
Juan José García González – Javier García Alonso
Bibliografía:
González-Fierro, Félix, Muros de Nalón, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1953.
Grande Roca, Armando, Muros de Nalón. El libro del Concejo, Avilés, Edic. Azucel, 2023.
Grande Roca, Armando, Concejo de Muros. Su historia. Periodo de 1936 a 1975, Imprenta Gofer, 2009.








