viernes, 23 de agosto de 2024

LA CASA DE LAS PILOTINAS Y LA CASA DE LA PLATERÍA

Algunas casas de nuestro municipio tienen nombres propios que las identifican por alguna singularidad de su historia. Hablaremos hoy de dos de ellas de sobra conocidas por todos dada su céntrica ubicación, aunque quizá sus nombres empiecen a caer, para muchos, en el olvido. Se trata de la Casa de las Pilotinas y de la Casa de la Platería.


Ambas se encuentran en la Plaza del Marqués de Muros, juntas, ocupando los números 20 y 21, respectivamente. Las dos aparecen listadas en el Catálogo Urbanístico del Concejo de Muros de Nalón. 2010 por su interés arquitectónico, con los números 61 y 63. Su tipología es prácticamente idéntica: edificios de planta rectangular entre medianeras, con dos plantas y bajocubierta abierto al exterior mediante un casetón de grandes dimensiones; las puertas y ventanas de sus fachadas principales se encuentran recercadas por sillares labrados; ambas presentan en el primer piso un corredor de madera torneada.


La Casa de las Pilotinas fue construida en el siglo XVIII por encargo, según sugiere Félix Fierro (pág. 46), de Juan del Riego, que fue presbítero y canónigo de la Catedral de Oviedo. Un hermano suyo, Andrés del Riego, que vivió también en ella, la dejó en herencia a sus hijas; era pilotín de mar, cuya tarea era servir en los buques como ayudante de piloto. Y sus hijas eran conocidas como “las Pilotinas”, de ahí el nombre de la casa.

El principal argumento que lleva a Fierro a suponer que el presbítero Juan del Riego fue el comitente de la casa son las interesantes, por lo inhabitual, inscripciones de carácter religioso que se conservan en la casa, grabadas en los dinteles de las puertas y ventanas de su fachada principal. Sobre la puerta de entrada de la vivienda, la de la derecha de la casa, la inscripción dice, en latín, I(esus) H(omo) S(alvator) MARIA IOSEPH, “Jesús Hombre Salvador, María y José”, una invocación, pues, a la sagrada familia.

Y sobre la puerta de la entrada de la izquierda, que da acceso al Restaurante La Casona, ubicado en la planta baja de la casa, y sobre las tres ventanas de la fachada y la puerta que da salida al corredor de la primera planta aparece otra inscripción con la fórmula AVE MARIA, que es el comienzo en latín de la oración católica conocida con ese mismo nombre. En el centro de todos los dinteles aparece también una cruz de brazos iguales inserta en un círculo. Las inscripciones se conservan, en general, en muy buen estado y constituyen un ejemplo, sin duda, bastante excepcional, de ornamentación simbólica en una vivienda particular.

La otra vivienda, diríamos, casi gemela a esta, es la Casa de la Platería, cuyo nombre le viene de la orfebrería que, durante muchos años del siglo XX, ocupó la habitación derecha de la planta baja de la casa. Esta estuvo habitada de forma continuada por los hermanos Palacios Iglesias: Asunción, Gloria, Berta, Maruja y Manuel. Este, conocido habitualmente como Manolito el platero o Manolito el de la Platería, siguió los pasos en el oficio de la orfebrería de su padre y tenía su taller y tienda en la misma casa en la que vivía.


Participó en diversos certámenes de orfebrería en los que obtuvo varios premios y su habilidad como orfebre le facilitaba el recibir encargos de joyas tanto de los murenses como de residentes en concejos cercanos o de forasteros. Como tenía cualidades para el dibujo, diseñaba él mismo muchas de las joyas que elaboraba.


Pero Manuel Palacios, que nació en Muros el 19 de noviembre de 1909 y falleció en Oviedo el 12 de noviembre de 1970, fue también un muy interesante pintor y dibujante, aunque él mismo se calificaba de “pintor aficionado”, como reza en el título de algunas de sus exposiciones de pintura. Cuenta Armando Grande (2003, pág. 376) que desde muy niño muestra aptitudes para la pintura y que en sus primeros años recibió las enseñanzas de Tomás García Sampedro, que lo anima a perseverar en el cultivo de esta arte. Asistió a diversas Exposiciones de Bellas Artes y otros certámenes artísticos, en los que obtuvo premios y reconocimientos. A. Grande (2009, pág. 20-21) informa de que, en Oviedo, en una exposición de Educación y Descanso del año 1941, le es concedido el Diploma de Mérito de 2ª clase por sus pinturas expuestas y de que, con este motivo, la crítica de aquellos tiempos dice sobre sus trabajos: “Su pintura llega bien a todos, a todos gusta; no tiene misterio ni se tuerce en dificultades; domina bien la luz filtrada que deja trasparentar y que tiene lejanías perfectamente claras”.


“Vista de la desembocadura del Nalón. Obra de M. Palacios fechada en 1951”

En la Exposición de Bellas Artes y Salón de Otoño de marzo de 1965 obtuvo una tercera medalla en Pintura con un óleo titulado “Paisaje asturiano”. Manolito gustaba de pintar al natural y era fácil encontrárselo, en los rincones del concejo que le atraían por su belleza, pintando con su caballete, su paleta y sus tubos de pintura, muchas veces en compañía de su buen amigo, el también pintor José Sotero. En los últimos cien años, a ellos dos, a Manuel Vázquez-Prada, a Luis Fierro y más recientemente a otros como Serafín Baldeón o Mariam Martínez Caro, debemos estarles agradecidos por ser testigos, con sus pinturas y dibujos, de la belleza de tantos lugares de nuestro concejo.



Pero La Platería de Muros fue mucho más que una joyería o tienda de regalos, fue también un centro de reunión y de tertulia durante varias décadas. Allí se encontraban y charlaban, de la mano de la familia anfitriona, otros murenses pero, sobre todo, muchos “veraneantes” de paso por Muros.

Juan José García González – Javier García Alonso



Bibliografía:

González-Fierro, Félix, Muros de Nalón, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1953.

Grande Roca, Armando, Muros de Nalón. El libro del Concejo, Avilés, Edic. Azucel, 2023.

Grande Roca, Armando, Concejo de Muros. Su historia. Periodo de 1936 a 1975, Imprenta Gofer, 2009.

sábado, 10 de agosto de 2024

LA RECOGIDA DE ALGAS: CAZONERA Y LA ATALAYA

A medida que transcurre el verano vemos cómo en nuestra costa se va depositando una mayor cantidad de algas, “l´ocle” o “sargazu”, como también las denominamos en asturiano. En Aguilar la limpieza mecanizada de la arena recoge las algas, pero en el resto de playas y pedreros es habitual convivir con ellas. Caso especial es el de la denominada históricamente como “Concha de Cazonera”, en la que por su forma, orientación y dimensiones es habitual el depósito de algas en la orilla.

Al igual que ocurre con el resto de vegetales, los largos días de primavera y verano propician el crecimiento de las algas, las cuales pueden ser arrancadas fácilmente en las grandes bajamares equinocciales o durante las primeras marejadas del otoño, produciendo lo que se denomina “arribazón” o llegada en grandes cantidades a la ribera.

En algunas zonas de Asturias se utilizaron las algas como abono, debido a la alta proporción de nutrientes de que disponen. Sin embargo, su explotación se profesionalizó gracias a la industria química, la cual fue permitiendo transformar la ocla en productos alimentarios, cosméticos o farmacéuticos. Por ese motivo hace ahora 50 años se produjo en nuestro concejo un pequeño “boom” en la recogida, momento en el que se profesionalizó su extracción acudiendo estacionalmente trabajadores de otras profesiones (agricultura, forestal, etc.) en busca de una alta rentabilidad. Y fue principalmente en las playas de Cazonera y La Atalaya/La Talaya donde se construyó la infraestructura necesaria para la extracción.

Recientemente hablamos en otra entrada https://historiamurosnombres.blogspot.com/2024/07/toponimos-con-nombres-de-animales.html de la posible etimología de Cazonera. La Atalaya, o La Talaya en asturiano, es un lugar donde existe uno de los miradores más bonitos de Asturias y que permite disfrutar de la contemplación de las mejores puestas de sol sobre el mar. La palabra atalaya procede del árabe hispánico aṭṭaláya‘, y éste a su vez, del árabe clásico ṭalā'i‘, y significa “altura desde donde se descubre mucho espacio de tierra o mar”, así que este topónimo no podría estar más ajustado al lugar que denomina.

En asturiano conviven la forma masculina, l’ocle, y femenina, la ocla. En Muros solemos preferir esta segunda forma, ocla, y además utilizamos ese término de forma genérica y englobamos con él todas las especies de algas que llegan a nuestras playas, sin aludir de forma particular al Gelidium corneum, el verdadero ocle.

Lo más llamativo de la extracción de ocla en los años 70 fue la construcción de precarios teleféricos en las playas de Cazonera y La Atalaya. La infraestructura estaba formada por un cable colgante entre dos torres, situadas una en la playa y la otra en lo alto del acantilado. Tal y como muchos recordaréis, cada torreta estaba compuesta por dos altos puntales hincados en el suelo y una trabanca horizontal que los unía.

Imagen del teleférico que existía en el actual mirador de La Atalaya

La ocla se subía en una cesta metálica que iba sostenida sobre un cable de acero. Existía un segundo cable que era el encargado de arrastrar la cesta hacia arriba. Este segundo cable estaba accionado por un motor que solía alojarse en alguna caseta anexa. Como se ve, toda la infraestructura era artesanal, utilizando el ingenio y los escasos medios de la época. Una vez subidas las algas, se extendían por los prados cercanos durante unos días para que se secaran, antes de ser vendidas.

La primera solicitud de instalación que nos consta se realizó en 1973 por la empresa vasca Gudamar S.A., a la cual se le concedió en 1974 autorización para colocar el teleférico tanto en Cazonera como en La Atalaya. Desde ese momento y hasta finales de los años ochenta trabajaron en la extracción varios vecinos del concejo, principalmente de El Monte y de Reborio.

Las playas de Cazonera y de La Atalaya

Sabemos que existieron otros proyectos para construir teleféricos para extraer ocla en El Ordial y en El Miradorio, pero no llegaron a construirse. Sí llegaron a ser abundantes en diversos puntos de la costa asturiana. De hecho, tan habitual llegó a ser el uso de poleas en la subida de algas, que la Compilación de Derecho Consuetudinario Asturiano recoge la “servidumbre de polea”, figura jurídica que permitía a los extractores utilizar las fincas colindantes con el mar para colocar la polea o realizar el tiro con los bueyes.

Y es que aquel boom de los años setenta no fue algo novedoso, puesto que ya en 1880 hay constancia de la recogida de algas también en la “Concha de Cazonera” por Alejandro Menéndez y Ondina, vecino de Cudillero, quien solicitó para la compañía de productos químicos para la que trabajaba la construcción de un tendejón para secar las algas y guardarlas hasta llevarlas con destino a dicha fábrica.

Desconocemos si efectivamente llegó a construirse el edificio previsto de unos sesenta metros cuadrados. Lo que sí sabemos es que en esa época en el puerto de Cudillero se embarcaban cenizas de algas marinas con destino a Gijón para la preparación de productos químicos.


Javier García Alonso - Juan José García González

Bibliografía

Fondos del Archivo Municipal del Ayuntamiento de Muros de Nalón.

Esta entrada no hubiera podido realizarse sin las conversaciones mantenidas con diversos vecinos del concejo, los cuales nos aportan información que no existe más que en su memoria.





LOS CARGADEROS

A la par que se construía la línea de ferrocarril entre las cuencas mineras y San Esteban, la Sociedad General de Ferrocarriles Vasco Asturi...