sábado, 14 de octubre de 2023

LA VISITA DE CLARÍN A EL GRABIEL

En la zona nororiental del barrio de Villar, al final de la planicie que empieza a caer hacia el mar, se encuentra una enorme finca, de las más extensas sin duda de todo el concejo de Muros, rodeada por un alto paredón de piedra de casi un kilómetro de longitud. En la columna izquierda del portillo de entrada unos azulejos indican su nombre: “El Grabiel”. Es el nombre de la finca y, por extensión, de la zona en que se encuentra. En ese lugar apenas habitado y rodeada de prados y bosques, la propiedad pasa bastante desapercibida y, sin embargo, le cabe el honor de haber recibido entre sus muros a varios personajes ilustres de la historia de Asturias, entre los que sobresale el insigne novelista Leopoldo Alas “Clarín”.


En los primeros años del siglo XX y, posiblemente, desde algún tiempo antes, la finca era propiedad de Celedonio Díaz del Valle, próspero comerciante del concejo, con un negocio en La Plaza de Muros en el que se vendía prácticamente de todo, desde comestibles a bebidas, ropas, ferretería, artículos para el hogar, materiales de construcción (García Glez. pág.1). De su matrimonio con Teresa del Riego Martínez-Arcos, nacieron nueve hijos (puede verse su árbol genealógico en Glez.-Fierro, pág. 88), entre los que destacaron el médico local Filiberto, Amancio, poeta y comerciante como su padre, y Edmundo, periodista, hombre inquieto y promotor de muy diversas empresas entre las que podríamos destacar la apertura del Hotel Brillante de San Esteban y la creación de dos periódicos locales, “El Nalón” y “La Ilustración Asturiana”.

Una tarde de agosto del año de 1900 se celebró en la finca una merienda. Tenemos la suerte de contar con la crónica de aquel encuentro, fruto de la pluma de Agustín Bravo que, bajo el pseudónimo de Roque, da cuenta de todo lo acontecido aquella tarde. Tras alabar las increíbles vistas que se disfrutan desde la terraza de la casa, nos describe pormenorizadamente la variada vegetación de la finca y los diversos animales que allí se criaban y que fueron mostrados a Clarín por Amancio y Edmundo: “Los nísperos del Japón, los naranjos, los limoneros, los manzanos abrumados por el peso del jugoso fruto, los pérsicos y los perales en espalderas al aire, o apoyándose en las paredes para poder sostener su sabrosa carga; los modestos fresales enseñando, por entre sus verdes hojas, el coral aromático de sus delicados frutos, la viña, […] el gallinero, la vaquería, los granados, etc.; no quedó rincón que no fuese visitado por el ilustre crítico”.


Panorámica de Aguilar desde El Grabiel tomada el 21 de marzo de 2021

Por lo que sigue diciendo Roque un poco más adelante, da la sensación de que don Celedonio quiso crear, a finales del siglo XIX, en El Grabiel, una explotación agrícola y ganadera con criterios, diríamos, de modernidad: “D. Celedonio, cuando los asuntos comerciales le dejan un momento libre, se marcha al Gabriel y allí toma sus disposiciones para que todo aquel enjambre de árboles, arbustos, matas, yerbas, gatos, perros, palomas, gallos, gallinas, perdices, cerdos, vacas, carneros, etcétera, etc., estén en producción constante. Y lo ha conseguido. Aquel bosque inculto hace pocos años, es hoy una granja productiva. D. Celedonio es un mágico prodigioso para sacar partido de las cosas. De un pueblo pequeño como Muros ha hecho un centro comercial de los más importantes de la provincia; y allí se ha labrado una fortuna con el trabajo.”

A la mesa de la merienda-cena se sentaron casi una veintena de amigos. Además de Clarín, el invitado principal sin duda, y de sus anfitriones, los hermanos Amancio y Edmundo, participaron Cristóbal Mezquita, un rico, culto y –parece- muy hablador industrial madrileño, los periodistas Constantino y Emilio Corugedo, el célebre músico Saturnino Fresno, y otros cultivadores de las letras, amigos y alumnos del autor de La Regenta. A las diez de la noche levantaron la mesa, pues Clarín debía regresar a Salinas, donde veraneaba. Se marchó con la promesa de regresar al año siguiente, pero no pudo hacerlo al fallecer en junio de 1901.


Hemos dejado para el final los comentarios sobre el topónimo de la finca de que hemos venido hablando y de su entorno: ¿El Grabiel o El Gabriel? Y es que de las dos formas se la llama. No la encontramos citada en el “Apeo de la Villa de Muros” con los bienes de D. Diego de Miranda de 1631. Leemos la forma “El Gabriel” en la crónica de Roque a la que hemos aludido en el texto, publicada en 1904, en el libro de Glez.-Fierro (pág. 14, tanto en el texto del libro como en el mapa desplegable del “Ayuntamiento de Muros de Nalón, entre las páginas 14 y 15). Por otra parte, “El Grabiel” figura en la lista de Topónimos oficiales del concejo de Muros de Nalón (BOPA de 9 de mayo de 2019), es la forma que vemos en los indicadores viales, aparece en los azulejos de la entrada de la finca y también ha sido el nombre comercial escogido para denominar a una explotación agrícola, “Finca El Grabiel”, dedicada al cultivo de arándanos y fresas bajo invernadero y que se encuentra frente a la otra más antigua.

Los topónimos en –iel, -el no son raros en Asturias; basta observar que en territorio de nuestro vecino Somao se encuentran Gayel y El Marciel. García Arias (pág. 488) opina que deben tenerse por continuadores de genitivos latinos en –ELLI, -ELLII. Esta terminación –ELLUS se empleaba muchas veces para expresar un diminutivo. Se nos ocurre proponer para Grabiel un étimo latino, formación de diminutivo, a partir de *GRABIELLUS, formado sobre el gentilicio GRAVIUS que aparece recogido en época antigua (Solin-Salomies, pág. 90) y que podría haber designado a algún remoto propietario de la zona.

La existencia de un nombre propio de origen bíblico, Gabriel, el famoso arcángel que anuncia a la Virgen María que será madre de Jesús, pudo motivar que el topónimo original, Grabiel, una palabra sin duda extraña, fuera –diríamos- regularizada y sustituida por la otra, muy semejante fonéticamente y de uso muchísimo más común. El proceso contrario, esto es, la sustitución de un Gabriel originario por Grabiel, parecería bastante menos comprensible. Es, pues, verosímil que la rareza de la forma abogue por su antigüedad.


 Juan José García González – Javier García Alonso


Bibliografía


García Arias, Xosé Lluis, Toponimia asturiana. El porqué de los nombres de nuestros pueblos, Editorial Prensa Asturiana, S. A., Oviedo, 2005.

García González, Juan José, Introducción a la edición facsimilar de La Ilustración Asturiana, Ediciones La Cruz de Grado, Gijón, 2009.

González-Fierro Ordoñez, Félix, Muros de Nalón, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1953.

Requejo Sánchez, Carmen - Álvarez García, Cándido, Somao. Los nombres de nuestro pueblo, Parroquial Rural de Somao, Llanera, 2019.

Roque (Pseudónimo de Agustín Bravo), “Un recuerdo a Clarín”, La Ilustración Asturiana, 1, enero de 1904, San Esteban de Pravia (Muros), pág. 7-8.

Solin, Heikki – Salomies, Olli, Repertorium nominum gentilium et cognominum Latinorum, Olms-Weidmann, Hildesheim-Zürich-New York, 1988.


4 comentarios:

  1. José Carlos Miranda Costales16 de octubre de 2023 a las 20:13

    En este trabajo se menciona a Amancio Díaz. Por si fuese de interés añado algunos datos sobre él.

    Amancio Díaz del Riego (1877-1964) casado con la también múrense Caridad García Grande (1887-1964). Periodista, poeta y pintor vocacional. Estudió derecho.
    Como periodista y poeta escribió con frecuencia en la Ilustración Asturiana poemas y pequeñas biografías sobre destacados personajes asturianos. La Biblioteca de Asturias Ramón Pérez de Ayala conserva el interesante álbum de la Srta. Josefina Pérez de Ayala, en el que la primera página es suya con un poema iluminado con un dibujo igualmente suyo. En este álbum también figura un dibujo de García Sampedro.
    Más adelante se estableció en Madrid donde desarrolló su carrera profesional. Ocupó varios cargos en el Ministerio de Industria y Comercio. Posteriormente fue nombrado ministro (así se llamaba el cargo vitalicio) del Tribunal de Cuentas. Publicó algunos textos sobre contabilidad del estado.
    Siguió manteniendo contacto con Asturias pues pasaba las vacaciones es su piso de Gijón, en las cercanías del Campo de los Patos.

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    1. Gracias José Carlos por tan interesante y desconocida información. Aquí queda almacenada para el futuro.

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  2. Se decía en mi familia que mi bisabuelo paterno, Pedro García, había trabajado en la finca de El Grabiel (con esta pronunciación) como horticultor, oficio y afición que transmitió a la familia. Es posible que su hija, mi abuela Teresa García Valle, de Somao, tuviese algún parentesco (coincide el segundo apellido) con el padre de D. Filiberto, del que también se hablaba en las conversaciones familiares ya que mi abuela, amante de la lectura, intercambiaba libros con su madre o con su mujer (no puedo precisar más). También se decía que en el Grabiel se producían limones y naranjas que se enviaban en barco a Inglaterra. No se si se puede confirmar este dato. Es una pena que no sepamos más sobre esta finca y por qué razón paso a manos de otros propietarios. C.R.

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    1. Gracias C.R. por las aportaciones tan interesantes que nos haces.

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