Pregón
de presentación de las “XXXVI Jornadas del Pixín de Muros de Nalón” pronunciado
el día 26 de marzo de 2024 a las 20.00 horas en el restaurante “Casa Zoilo”.
Autoridades,
Señoras y Señores, buenas tardes.
Me
cabe el honor de darles la bienvenida a la presentación de estas XXXVI Jornadas
del Pixín de Muros de Nalón, que se celebrarán los días 5, 6 y 7 de abril
próximos; lo hago en nombre de las entidades organizadoras, el Ayuntamiento de
Muros de Nalón y Unicaja, y de los establecimientos de hostelería local
participantes: en San Esteban El Monterrey, el Gran Hotel Brillante, La
Balanza, la Parrilla el Vaporín, Puerto Chico y la Tasca Marinera El Puerto, y
en Muros Casa Zoilo, cuyos locales nos acogen esta tarde.
(Cartel
de las Jornadas, obra de Olaya Garay)
Permítanme hacer un breve acercamiento, a modo de homenaje, a este pescado que, año tras año, y ya son 36, vuelve a las mesas de nuestro concejo para aportarnos no solo exquisitos sabores sino también innumerables visitantes que, además de dar gusto al paladar, conocen y disfrutan los muchos atractivos paisajísticos, históricos y humanos que este municipio tiene para ofrecerles. Y como por formación soy filólogo clásico, intentaré ver qué conseguimos saber sobre este pez a partir de la etimología de los nombres con los que se le denomina.
El
término pixín del asturiano es, sin
duda, un diminutivo de pexe, “pez,
pescado”, pero dudo que pueda referirse a un animal de pequeño tamaño, cuando
es normal que alcance varios kilos de peso, por no mencionar el pixín que fue
noticia estos días pasados en la prensa, pescado frente al cabo de Lastres, que
medía 1,75 metros de largo y pesaba 32 kilos, una pieza sin duda excepcional,
la más grande que vieron nunca sus pescadores. Posiblemente este diminutivo pixín tenga más bien un carácter,
diríamos, cariñoso, típico de la socarronería asturiana, con una mezcla de
afecto y compasión hacia el aspecto externo del animal, sobre el que volveremos
enseguida.
El
nombre más común en castellano actualmente es, como sabemos, rape. Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, el rape se define como “un pez teleósteo
marino del suborden de los
acantopterigios, que llega a un metro de longitud, -aunque ya hemos visto que
puede llegar a más-, con cabeza enorme, aplastada y con tres apéndices
superiores largos y movibles, boca grandísima, colocada, así como los ojos, en
la parte superior de la cabeza, cuerpo pequeño y fusiforme, aletas pectorales muy
grandes, y pequeñas las del dorso y la cola, que carece de escamas, es de color
oscuro por el lomo y blanco por el vientre, y tiene por todo el borde del
cuerpo como unas barbillas carnosas”. Este nombre castellano procede del vocablo
catalán rap, que viene a su vez del
latín rapum, que significa “nabo” y a
veces “rábano” y otras especies similares, nombre que se le debió de dar a este
pez por la forma de su cola, semejante a la de los mencionados tubérculos. Se
clasifica al rape como teleósteo, un término formado sobre los étimos griegos
τέλειος, que significa “completo, perfecto” y ὀστέον“hueso”, que agrupa a una
gran cantidad de especies de peces; los teleósteos se caracterizan por tener un
premaxilar de alta movilidad e independiente del cráneo que les permite mover
su poderosa mandíbula hacia adelante y les facilita sujetar a la presa y
atraerla hacia la boca; y al mismo tiempo, tragar animales de un tamaño hasta
dos veces superior al suyo. El rape dispone, además, de unos dientes muy
afilados que están colocados con cierta inclinación hacia el interior de la
boca y que impiden que la presa, una vez en su boca, pueda escaparse. Son estas
unas habilidades de pesca bastante curiosas que fueron descritas ya en la
antigüedad por el filósofo Aristóteles.
Antes
de que se extendiera el uso del término rape,
al pixín en castellano se le llamaba pejesapo,
esto es, “pez sapo”, para hacer referencia a su aspecto no demasiado agraciado.
Con el mismo término se le designa en gallego, peixesapo, y aludiendo al otro batracio común, la rana, lo llaman
en italiano, rana pescatrice, “rana
pescadora”.
Este
nombre que acabamos de citar, pescador,
es también recurrente en las denominaciones del pixín. Se usaba como sinónimo
de rape en castellano; se usa en la designación del inglés, angler “pescador” y anglerfish, “pez pescador”. Con ello se quiere aludir a su
voracidad y astucia a la hora de conseguir su alimento. Vive entre tinieblas en
aguas profundas del Océano Atlántico, por ejemplo, en el Gran Sol, pero también
en el Mar Mediterráneo y en el Mar Negro. En su alargada columna dorsal posee
un apéndice llamado ilicio, en el que numerosas bacterias generan una luz que
le sirven de señuelo para llamar la atención de sus presas; se mantiene inmóvil
mientras mueve solo ese apéndice, similar a una caña de pescar, hasta que los
animales que le sirven de alimento, crustáceos y otros peces, se acercan lo
suficiente para ser apresados. “Pescador” aparece asimismo en el nombre científico
del pixín blanco, lophiuspiscatorius;
este y el pixín negro, son las dos especies de la familia más apreciadas para
la cocina. El nombre lophius procede
del griego lóphos, que significa
“cresta”.
Aún
recibe algún otro apelativo nuestro apreciado pixín: en inglés se le llama
también monkfish, “pez monje”, quizá
porque su forma triangular y su amplia boca recuerdan una cara cubierta con
capucha. Y tanto en francés con la palabra diable
como en alemán con Seeteufel se le
encuentra parecido con un demonio malencarado y de dientes amenazantes.
Nadie
discute hoy día las extraordinarias cualidades gastronómicas del pixín, su
carne blanca, libre de grasas, su tersura, su delicado y personal sabor. Son
innumerables las preparaciones que admite. Basta hacer una búsqueda en internet
con las palabras pixín o rape para que aparezcan docenas de recetas, algunas
muy innovadoras, quizá hasta en exceso, y otras mucho más contrastadas, con
garantía de éxito asegurado, como las que vamos a poder degustar en los siete
restaurantes de Muros y San Esteban que hacen posible el mantenimiento de estas
Jornadas. Hace unos días, mientras preparaba estas palabras, me ocurrió una
pequeña anécdota: en uno de los programas de “Asturianos por el mundo” de
nuestra TPA, dedicado a Praga, preguntaron a un joven avilesino qué era lo que
más echaba de menos de Asturias. Rápidamente respondió: “la comida, sobre todo
los fritos de pixín”. Inmediatamente pensé: “Este chico ha venido con sus
padres muchas veces a nuestras Jornadas”.
Pero,
curiosamente, este reconocimiento de que hoy goza el pixín se ha producido, o
al menos intensificado, en las últimas décadas, y es muy posible que nuestras
jornadas hayan contribuido positivamente a ello. Mis tías, que cuentan con más
de 90 años y gozan de extraordinaria memoria, me dicen que las pescaderas que
venían por aquí desde Cudillero a vender por las casas ofrecían sardinas,
chicharros, bacaladas, alguna merluza, bonito, pero no recuerdan haber visto
nunca un pixín en las bañaderas de pescado que traían en la cabeza, primero, y
en sus furgonetas más tarde. Solo en los últimos años empezaron a ver a la
venta algún que otro pixín.
Y
también los libros de cocina aportan información interesante a este respecto.
Uno de los más conocidos de la segunda mitad del pasado siglo XX, Aprenda usted cocina selecta, publicado
en Oviedo en 1952, que pretendía y logró acercar a los hogares asturianos una
cocina fácil y de productos asequibles, salió de la mano de una murense, Carmen
Grande Cabal, prima del famoso nutricionista Francisco Grande Covián. Pues
bien, en ese libro, entre las recetas de pescado se ofrecen 12 para merluza, 6
para sardinas, 5 para bacalao, 4 para bonito y 1, 2 o 3 para otros pescados
varios (lenguado, besugo, congrio, lubina, salmón…), pero ni una sola para
pixín, a no ser la que, casi escondida en el capítulo de las sopas, aparece
dedicada a la sopa de rape.
En
1987 se celebraron las I Jornadas del Pixín, para las que, en aquella ocasión,
se instaló una carpa en La Plaza de Muros. Unos pocos años antes habían
empezado a celebrarse también otras Jornadas, en distintos puntos de la
geografía asturiana, dedicadas a diversos productos típicos de nuestra autonomía:
el salmón, la angula, la sardina, los productos de la huerta, los quesos, la
manzana, la avellana… Tuvo un extraordinario acierto quien juzgó que también el
pixín podía dar juego como protagonista de unas Jornadas gastronómicas; en
aquel momento quizá fue una apuesta arriesgada, porque era un pescado humilde,
despreciado, incluso, pero el paso de los años le han dado absolutamente la
razón. Gracias al buen sabor de nuestro pescado y a su versatilidad en la mesa,
al trabajo constante del Ayuntamiento de Muros de Nalón en su organización, a
la colaboración de diversas entidades, como lo es Unicaja en esta edición, y a
la impagable labor incansable y acertada de nuestras cocineras y nuestros
cocineros en los fogones, las presentes jornadas cosecharán también, sin duda,
los mismos buenos resultados de las ediciones anteriores.
Muchas
gracias.
Juan José García González
¡Muy interesante! Gracias por compartir toda esta información.
ResponderEliminar¡Gracias por tu interés!
EliminarDesde Chile, gracias, me encantó recordar esos lugares, en especial Casa Zoilo, tantos recuerdos con concon
ResponderEliminarGracias a ti por escribir desde Chile, es todo un lujo.
EliminarEn mi casa, en Somao, casi siempre se hacía en la Navidad una sopa de pixin, que recuerdo vendían las pescaderas de Cudillero. Además mi madre, buena cocinera y su hermana Elvirina, que fue durante muchos años vecinas de Muros, hacían fritos de pixin y -como cosa extraordinarioa-, el PIXIN ALANGOSTADO, plato que se hacía al horno utilizando pimientos morrones para darle un color semejante a la langosta. Mucho éxito para la semana gastronómica y buen provecho para todos los comensales.
ResponderEliminarSuena muy rico todos los platos que cuentas, gracias por compartir tus recuerdos.
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