Kublai Kan había
advertido que las ciudades de Marco Polo se parecían, como si el paso de una a
la otra no implicara un viaje sino un cambio de elementos. Ahora, de cada
ciudad que Marco le describía, la mente del Gran Kan partía por cuenta propia,
y desmontada la ciudad parte por parte, la reconstruía de otro modo,
sustituyendo ingredientes, desplazándolos, invirtiéndolos.
Las
ciudades invisibles, Italo Calvino.
Diferentes
motivos pueden provocar que el nombre de un lugar se repita a miles de
kilómetros de distancia. Ejemplo de ello pudieran ser los tres lugares de
Filipinas que los conquistadores españoles denominaron Asturias, en claro
recuerdo de nuestra tierra. Por diferentes motivos nuestro concejo no es ajeno
a esta repetición de nombres, pero en nuestro caso importando nombres del
exterior para hacerlos nuestros con el paso de los años. Este es el caso de
Andalucía, Venecia, Melilla, Castrillón, Copacabana o Chamberí, todos ellos en
San Esteban y Muros. Tal y como veremos, quizás a nuestros antepasados les
sucediese lo mismo que a Italo Calvino cuando reconocía trozos de una ciudad en
otra.
Existe
en San Esteban una zona a la que muchos, tirando de ironía, llaman Andalucía, situada entre el primer y
segundo cargadero. Relacionan directamente dicho nombre con el calor que
desprende la pared de piedra de más de seis metros de altura que a modo de muro
de contención permitía llevar los vagones de carbón a los cargaderos. La
orientación al Sur de dicha pared hace que en días de verano el sol caliente la
piedra en exceso, creando un ambiente caluroso como el que se padece en
Andalucía en el estío.
Pero
la sorna de algún vecino de San Esteban no se quedó en el Sur de la península,
yéndose a Venecia para buscar, en
los canales de la ciudad italiana, un símil evocador de la zona de las casas de
La Barra, en clara alusión a las subidas y bajadas del nivel del mar. Una pena
que no tengamos el Puente de Rialto para unir las dos orillas del Nalón.
En
esas trasposiciones de lugares y nombres tiene una historia curiosa Melilla, la ciudad autónoma situada en
el Norte de África, también con su reproducción en Muros, concretamente al lado
del Campo del Palacio, donde estuvo la parada del ALSA durante muchos años. En
rigor, Melilla sería la casa (hoy solar) que existía anexa al edificio de la
antigua Ferretería ALPA, donde se ubica un centro de jardinería (El Parque) y
de reparación de maquinaria (Daniel Pazos), haciendo esquina entre el Camín
Real que conducía a Villar y la antigua Nacional 632. En ese lugar existieron
diversos comercios a lo largo del siglo XX. Contaban en la época que uno de los
descendientes de los fundadores del negocio, aproximadamente a comienzos del
siglo XX, fue a hacer la mili a Melilla, y tan exótico debió de parecer este
hecho a sus vecinos que empezaron a decir “el de Melilla” hasta que negocio,
casa y lugar se quedaron con el nombre.
En
el centro la casa de Melilla a mediados de los cincuenta, cuando aún estaban
construyendo el edificio anexo, donde se encontraba la Ferretería ALPA.
El topónimo de Melilla debió ser muy relevante a mediados del siglo XX, puesto que las diversas familias propietarias del comercio fueron conocidas
popularmente como “los de Melilla”.
En los
años ochenta pasados, los últimos comerciantes establecidos en aquella antigua
casa, Ángel Campo y Juana María Mon, decidieron trasladar el negocio a un nuevo
edificio que habían construido 200 metros más arriba, justo donde hoy se puede
comprar comida para llevar (El Hórreo). Curiosamente, con la mudanza del
negocio también se llevaron parte del topónimo, puesto que su propietario
siempre fue conocido cariñosamente como Angelín de Melilla.
Si
en vez de hablar de comunidades autónomas hablásemos de concejos, todos
conocemos el municipio vecino de Castrillón,
topónimo del que García Arias nos explica que “Castrillón es un derivado del
lat. CASTRUM ‘lugar fortificado’ pero combinado con un diminutivo -iellu que, a
su vez, recibe una incrementación aumentativa en -ón”. Existen en Asturias
otros ejemplos de Castrillón (Boal, Laviana, Mieres) e incluso dentro de
nuestro concejo también se denomina así a una zona en el curso bajo del Río
Ricabo, cerca del Molín de Ruetas. En esa zona lindante con el concejo de
Cudillero no se conoce a día de hoy la existencia de un lugar fortificado, más
allá del cercano Castiellu de Aguilar. Quizás en el futuro pueda explicarse
dicho topónimo relacionándolo con el concejo de Castrillón o como antropónimo.
De tierras muy lejanas, nada menos que desde el continente americano, llega también un topónimo a Villar para designar no solo a la Capilla de Nuestra Señora de Copacabana, sino también a la casa y entorno limítrofe. Y no lo hace, como suele pensarse, desde la famosísima playa de Río de Janeiro, sino desde el Santuario de Copacabana, a orillas del Lago Titicaca, en Bolivia, justo en la frontera con Perú. De allí lo trajo consigo en los primeros años del siglo XVIII el fundador de la capilla de Villar en recuerdo a la Virgen que allí se venera.
El
último de los ejemplos será El Chamberí,
nombre con el que ya se conocían los prados donde a finales de los años
cincuenta se construyeron seis bloques de viviendas, a los que han venido
sumándose nuevas construcciones en las últimas décadas. Las referencias
históricas sobre dicho topónimo son escasas, no encontrándose en el “Apeo de la
Villa de Muros y su jurisdicción” realizado en 1631, momento en el que dichos
terrenos eran nombrados como Vegamollada/ Vegamojada, en clara alusión a la
humedad de dicho terreno. Armando Grande nos proponía una teoría sobre el
origen de El Chamberí en “La Ilustración Asturiana”, en contestación a una
pregunta de Silvio González sobre el origen de dicho topónimo. Formulaba
Armando la hipótesis de si el origen tendría que ver con el asentamiento de las
tropas del comandante Ney en dichos prados cuando desde Oviedo volvía por la
costa hacia Galicia, en clara alusión a la ciudad francesa de Chambéry. En
algunos textos se indica que las tropas de Ney a su entrada en Asturias
rondarían los 4.000 soldados, lo que nos haría pensar en la necesidad de una
gran superficie para acampar. Creemos que lo que ha de darle mayor credibilidad
a dicha propuesta sería que el recorrido por Asturias de las tropas de Ney
durante mayo y junio de 1809 ha quedado plagado de diversos lugares denominados
Chamberi. Así podemos mencionar en Salas una zona y colegio de nombre Chamberi
o que cerca de Trevías, tal y como nos indicaba Armando, existe un pozo de
pesca también conocido como Chamberí. Incluso en Tineo parece haber alguna
referencia al mismo topónimo aún sin contrastar.
Javier García Alonso - Juan José García González
Bibliografía
Esta
entrada no hubiera podido realizarse sin las conversaciones mantenidas con
diversos vecinos del concejo, los cuales nos aportan información que no existe
más que en su memoria.
Carantoña Álvarez, Francisco, La Guerra de la independencia en Asturias, Silverio Cañada Editor,
Madrid, 1984.
Concepción, Xulio, en https://www.xuliocs.com/lenguaje-toponimico-etnolinguistico-terreno.php
Consultado el día 22 de febrero de 2024.
García Arias, Xosé Lluis, Pueblos
asturianos. El porqué de sus nombres, Alborá Llibros, Gijón, 2ª Ed., 2000.
Grande Roca, A., “Una teoría sobre el
topónimo del barrio murense de “Chamberí”, La Ilustración Asturiana,
segunda época, nº 10, pág. 7.
Qué interesante este texto. Está perfectamente explicado y con todo rigor, como siempre. Es un placer seguir vuestro blog. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminar¡Gracias por tu comentario Isabel!
EliminarMichel Ney, mariscal de Francia desde 1804, fue enviado a España en agosto de 1808 al mando de VI Cuerpo del Gran Ejército, pero sus desavenencias con otros mandos llevó a Napoleón a retirarlo en 1810. Fue juzgado y fusilado tras la batalla de Waterloo en 1815. En Galicia dejó un reguero de abusos, robos y destrucciones. De su estancia (o la de sus subordinados) tenemos constancia del asesinato de un sacerdote en Muros, de apellido Pire. Si no recuerdo mal, Glez. Fierro recoge este hecho. Saludos
ResponderEliminarRecuerdas bien: Fierro (página 50) nos transcribe el registro de enterramientos de la parroquia, gracias a lo cual sabemos que las tropas francesas estuvieron acampadas en Muros del 22 al 24 de mayo dejando siete muertos (uno de ellos el presbítero Pedro Pire). Gracias por tu comentario.
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